En la excelente Web Celtiberia.net encontramos algunos artículos referidos a nuestras tierras, entre ellos unos sobre "El Románico en las riberas del Porma":
"Es fácil hablar de arte en una provincia que, como la de León, es la que más recorrido ofrece al Camino de Santiago, la gran puerta de introducción en la península del arte medieval. Tampoco es complicado encontrar Arte Románico, que es muy abundante, pues hay ejemplos tanto del románico en piedra como en el ladrillo (románico mudéjar), hasta el punto de que en la Historia del Románico se habla de la Escuela Leonesa, pudiendo presumir de una joya única como es el Panteón de Reyes de S. Isidoro y sus pinturas murales. Un poco más complicado es ceñirse a una zona donde tanto las calzadas romanas que pudieran existir como los caminos medievales(normalmente coincidentes unos con otras) son secundarios, por lo que el Arte bien pudiera no haber penetrado en tan tempranos tiempos, sobre todo si nos ceñimos a una zona con una característica tan centralizadora y tan personalizada como es la cuenca de un rió, en este caso el Porma.
Precisamente lo escondido del lugar y la fertilidad del escenario pudieron facilitar una repoblación muy temprana, pues ya hay noticias de pequeños cenobios mozárabes (S.IX-X) mayormente en el primer cuarto de su recorrido. Cenobios que en algunos casos, una vez desaparecidos o absorbidos por monasterios más grandes, dieron lugar a pequeñas poblaciones en donde se conservó no solo su memoria sino incluso la capilla de este pasó a ser la parroquia del villorrio y que, con el paso de los siglos, fue consecuentemente adecuándose a la moda artística según las posibilidades de los lugareños o del señor del lugar.
Las características comunes del románico rural que vamos a visitar son:
1º.-Son pequeñas edificaciones construidas con materiales bastos y a menudo reutilizados
2º-Sorprende que, a pesar de la humildad de la construcción, haya detalles maestros en canecillos o jambas, en algunas portadas y sobre todo en la arquitectura interior, donde destacan los arcos torales y bóvedas. En cuanto a mobiliario o imágenes se conservan muy pocas de esta época, aunque si se pueden encontrar preciosidades renacentistas
3º-Los propios lugareños se asombran de que los extraños pidan ver su iglesia (cada vez menos y las propinas siguen haciendo milagros).
Así tenemos ocasión de recorrer una zona de pueblos pequeños (siempre me refiero a los mencionados en el itinerario), habitados por apenas una veintena de personas o menos, con una economía de auto-subsistencia y de pensionistas. Pueblos que solo se animan un poco en verano, cuando los emigrantes regresan a pasar unos días buscando los recuerdos de su juventud. Pueblos que están situados en enclaves paradisíacos, con los prados y los chopos en unos casos o el monte y los robles en otros, a la puerta de casa, como si fueran el jardín privado de los pocos que allí los disfrutan. Pueblos, en fin, fuera de los circuitos turísticos que ofrecen sus pequeñas maravillas, que si no son tan imponentes como una catedral, si gozan del sabor de lo genuino, de lo autentico.
Sobre el nacimiento del Porma hay sus discusiones entre los “geógrafos”, pero como acuerdo se generaliza que el río nace de la unión de una serie de arroyuelos que descienden de las primeras estribaciones de la Cordillera Cantábrica que se juntan formando un rumoroso y veloz caudal que de pronto, seguro que después de los años aún no se acostumbra, choca contra el muro del pantano Juan Benet (popularmente más conocido como de Vegamián o del porma), donde se remansa domado, y va saliendo por los vertederos ya totalmente controlado. Durante este primer trayecto podríamos hablar de algunos monumentos y sobre todo de paisaje, pero no de Románico. Este empieza a surgir casi nada más pasar el cauce bajo el puente medieval de Boñar. Aquí nos encontramos un “cogollin” de pueblos muy interesante para visitar:
La Vega de Boñar. Su pequeñísima iglesia, más bien una ermita, fechable en el S.XIII, fue la capilla del convento de Valdedios (dependiente del homónimo asturiano) del cual aún se conservan los restos de un torreón con arco de medio punto. La iglesia únicamente ofrece, tanto en portada como en el arco toral interior, un arco claramente apuntado, luciendo el de portada un guardapolvo moldurado y sobre jambas rematadas por una imposta biselada.
La Losilla. Conserva la lapida de consagración, del 958, del desaparecido monasterio de Sta.Natalia y Adrián.
San Adrián de Boñar. La iglesia conserva la nave del S.XII, siendo el resto modificado en el XVI. La portada es de arco apuntado que descansa sobre una pareja de columnas con capiteles rústicos. Conserva lápida de consagración del 980. En su interior imagen pétrea y policromada de El Salvador(S.XV)
Las Bodas. Su iglesia, probablemente del S.XI, es casi seguro el último resto de un monasterio anterior. Se nota influencia del arte asturiano y del mozárabe en los canecillos de la cornisa. La portada es de medio punto con aristas vivas sobre jambas con impostas biseladas. En el ábside ventanal enmarcado con un arco escarzano con rosetas hexapétalas inscritas en círculos en las enjutas. En el interior ha habido mucha restauración, conservándose de época únicamente la capilla mayor. Se conserva un Cristo de principios de S.XIII. Airosa espadaña, en sillería, del S.XV
Veneros. Apenas se nota su origen románico si no es por la lápida sepulcral que en el umbral marca el año1115. En su interior no obstante es curioso un retablillo renacentista en piedra y una pila bautismal de 1712, de una sola piedra labrada y en donde destaca un pequeño “trisquel”.
En esta zona se pueden aún ver las torres románicas de Barrillos de las Arrimadas (cuya iglesia conserva también una portada de época) y de Sta. Colomba de las Arrimadas. Estas torres eclesiales, que parecen verdaderos torreones señoriales, seguro que tenían una función de vigilancia en esos primeros años inciertos, comunicándose entre sí por medio de hogueras.
Vegaquemada. Un poco más abajo nos encontramos con un ejemplar extraño. Se trata de la iglesia de Vegaquemada que en su origen era románica rural, también con su torre fuerte y una serie de sepulcros del S.X. Pues bien. Gracias a la munificencia de un indiano local esta iglesia se derribó y en su lugar se levantó (1954), en piedra blanca, una verdadera basílica neo-románica que llama la atención de todo el visitante que pasa por la carretera. Por suerte tuvieron el buen gusto de aprovechar la portada antigua y algunos de los elementos constructivos de la iglesia original. Los sepulcros están en un museo.
Candanedo. Este “pueblin”, que no tiene ni 10 habitantes, en cambio te vuelve a congraciar con la humanidad, pues guarda una pequeña joya dentro de su sencillez. Lo primero que destaca es su hastial, donde se encuentra un curioso un tragaluz tetrapetalo, sobre él un epígrafe cuyo tipo de letra nos ayuda a fechar la iglesia, al menos el inicio de su construcción, en el S.XI. Es una delicia recorrer los modillones de la cornisa (sin olvidar los que se encuentran en el interior de una nueva sacristía que se apoya en un lateral del ábside). Se entra en la iglesia a través de las hojas de una puerta construida en el XVI y de excelente conservación protegida por una portada de medio punto con una pareja de columnas con capiteles un tanto borrosos y de estilo primitivo. En su interior destaca el arco toral, de medio punto, sobre semicolumnas con capiteles de flores y leones y astrágalos sogueados.
El río forma ahora el clásico ejemplo de la ribera fértil y generosa, con amenos bosquecillos de chopos y mucho praderío. Desgraciadamente, aunque por esta zona los pueblos son un poco más grandes (me refiero de100 a 200 habitantes como mucho) apenas se cultivan las tierras o se cría ganadería, pues los jóvenes han emigrado a las ciudades. En la mitad del recorrido de su cuenca los únicos vestigios románicos, que al menos yo haya sido capaz de localizar, se encuentran en Vegas del Condado, donde su torre es de clara fabrica románica(no así el resto de la iglesia) como acredita, al tirar un añadido constructivo moderno de dicha torre, la aparición de un precioso capitel historiado y de una lápida con escritura del S.XIV o anterior.
Ya el Porma va a llegar a su final , tras unos 50 Kms. de recorrido, pero no sin antes depararnos una sorpresa que, sin duda, es el mejor colofón que el viaje podría tener, pues nuestro río, dejando a un lado las románicas murallas de Mansilla de la Mulas (1181), pasa junto al grandioso monasterio de Santa María de Sandoval. Este monasterio cisterciense fue fundado por la familia Ponce de Minerva en el año de 1167 y es un clásico ejemplo de los monasterios de la orden del Cister. Nos encontramos con un ejemplar que, a pesar de las desamortizaciones, ha sufrido menos que otros de su época. Así podemos contemplar la iglesia en toda su sencilla belleza y sus sepulcros “in situ”. Las dependencias monásticas, a pesar de la reforma ocurrida en el S.XVII por causa de un incendio, aún permite ver las dos hermosas portadas y parte del claustro románico. Imperdonable no visitarlo.
Y así, con sus ondas mecidas por el eco de los viejos cantos gregorianos, el porma se entrega en brazos de otro rió también cargado de historia, el Esla, mejor conocido en otros tiempos como el Astura.
Naturalmente la simple numeración de nombres y vocabulario arquitectónico no dice casi nada, es simplemente una llamada a los curiosos que gusten de salir de las autovías para que se decidan a visitar un pequeño rincón de la Provincia de León.
Bibliografía:
“Rutas del Románico en la Provincia de León” – Cayetano Enríquez
“Las cabeceras del porma” – Matías Díez y Olegardo Rodríguez
“Catálogo Monumental de la Provincia de León”- Gómez Moreno
Precisamente lo escondido del lugar y la fertilidad del escenario pudieron facilitar una repoblación muy temprana, pues ya hay noticias de pequeños cenobios mozárabes (S.IX-X) mayormente en el primer cuarto de su recorrido. Cenobios que en algunos casos, una vez desaparecidos o absorbidos por monasterios más grandes, dieron lugar a pequeñas poblaciones en donde se conservó no solo su memoria sino incluso la capilla de este pasó a ser la parroquia del villorrio y que, con el paso de los siglos, fue consecuentemente adecuándose a la moda artística según las posibilidades de los lugareños o del señor del lugar.
Las características comunes del románico rural que vamos a visitar son:
1º.-Son pequeñas edificaciones construidas con materiales bastos y a menudo reutilizados
2º-Sorprende que, a pesar de la humildad de la construcción, haya detalles maestros en canecillos o jambas, en algunas portadas y sobre todo en la arquitectura interior, donde destacan los arcos torales y bóvedas. En cuanto a mobiliario o imágenes se conservan muy pocas de esta época, aunque si se pueden encontrar preciosidades renacentistas
3º-Los propios lugareños se asombran de que los extraños pidan ver su iglesia (cada vez menos y las propinas siguen haciendo milagros).
Así tenemos ocasión de recorrer una zona de pueblos pequeños (siempre me refiero a los mencionados en el itinerario), habitados por apenas una veintena de personas o menos, con una economía de auto-subsistencia y de pensionistas. Pueblos que solo se animan un poco en verano, cuando los emigrantes regresan a pasar unos días buscando los recuerdos de su juventud. Pueblos que están situados en enclaves paradisíacos, con los prados y los chopos en unos casos o el monte y los robles en otros, a la puerta de casa, como si fueran el jardín privado de los pocos que allí los disfrutan. Pueblos, en fin, fuera de los circuitos turísticos que ofrecen sus pequeñas maravillas, que si no son tan imponentes como una catedral, si gozan del sabor de lo genuino, de lo autentico.
Sobre el nacimiento del Porma hay sus discusiones entre los “geógrafos”, pero como acuerdo se generaliza que el río nace de la unión de una serie de arroyuelos que descienden de las primeras estribaciones de la Cordillera Cantábrica que se juntan formando un rumoroso y veloz caudal que de pronto, seguro que después de los años aún no se acostumbra, choca contra el muro del pantano Juan Benet (popularmente más conocido como de Vegamián o del porma), donde se remansa domado, y va saliendo por los vertederos ya totalmente controlado. Durante este primer trayecto podríamos hablar de algunos monumentos y sobre todo de paisaje, pero no de Románico. Este empieza a surgir casi nada más pasar el cauce bajo el puente medieval de Boñar. Aquí nos encontramos un “cogollin” de pueblos muy interesante para visitar:
La Vega de Boñar. Su pequeñísima iglesia, más bien una ermita, fechable en el S.XIII, fue la capilla del convento de Valdedios (dependiente del homónimo asturiano) del cual aún se conservan los restos de un torreón con arco de medio punto. La iglesia únicamente ofrece, tanto en portada como en el arco toral interior, un arco claramente apuntado, luciendo el de portada un guardapolvo moldurado y sobre jambas rematadas por una imposta biselada.
La Losilla. Conserva la lapida de consagración, del 958, del desaparecido monasterio de Sta.Natalia y Adrián.
San Adrián de Boñar. La iglesia conserva la nave del S.XII, siendo el resto modificado en el XVI. La portada es de arco apuntado que descansa sobre una pareja de columnas con capiteles rústicos. Conserva lápida de consagración del 980. En su interior imagen pétrea y policromada de El Salvador(S.XV)
Las Bodas. Su iglesia, probablemente del S.XI, es casi seguro el último resto de un monasterio anterior. Se nota influencia del arte asturiano y del mozárabe en los canecillos de la cornisa. La portada es de medio punto con aristas vivas sobre jambas con impostas biseladas. En el ábside ventanal enmarcado con un arco escarzano con rosetas hexapétalas inscritas en círculos en las enjutas. En el interior ha habido mucha restauración, conservándose de época únicamente la capilla mayor. Se conserva un Cristo de principios de S.XIII. Airosa espadaña, en sillería, del S.XV
Veneros. Apenas se nota su origen románico si no es por la lápida sepulcral que en el umbral marca el año1115. En su interior no obstante es curioso un retablillo renacentista en piedra y una pila bautismal de 1712, de una sola piedra labrada y en donde destaca un pequeño “trisquel”.
En esta zona se pueden aún ver las torres románicas de Barrillos de las Arrimadas (cuya iglesia conserva también una portada de época) y de Sta. Colomba de las Arrimadas. Estas torres eclesiales, que parecen verdaderos torreones señoriales, seguro que tenían una función de vigilancia en esos primeros años inciertos, comunicándose entre sí por medio de hogueras.
Vegaquemada. Un poco más abajo nos encontramos con un ejemplar extraño. Se trata de la iglesia de Vegaquemada que en su origen era románica rural, también con su torre fuerte y una serie de sepulcros del S.X. Pues bien. Gracias a la munificencia de un indiano local esta iglesia se derribó y en su lugar se levantó (1954), en piedra blanca, una verdadera basílica neo-románica que llama la atención de todo el visitante que pasa por la carretera. Por suerte tuvieron el buen gusto de aprovechar la portada antigua y algunos de los elementos constructivos de la iglesia original. Los sepulcros están en un museo.
Candanedo. Este “pueblin”, que no tiene ni 10 habitantes, en cambio te vuelve a congraciar con la humanidad, pues guarda una pequeña joya dentro de su sencillez. Lo primero que destaca es su hastial, donde se encuentra un curioso un tragaluz tetrapetalo, sobre él un epígrafe cuyo tipo de letra nos ayuda a fechar la iglesia, al menos el inicio de su construcción, en el S.XI. Es una delicia recorrer los modillones de la cornisa (sin olvidar los que se encuentran en el interior de una nueva sacristía que se apoya en un lateral del ábside). Se entra en la iglesia a través de las hojas de una puerta construida en el XVI y de excelente conservación protegida por una portada de medio punto con una pareja de columnas con capiteles un tanto borrosos y de estilo primitivo. En su interior destaca el arco toral, de medio punto, sobre semicolumnas con capiteles de flores y leones y astrágalos sogueados.
El río forma ahora el clásico ejemplo de la ribera fértil y generosa, con amenos bosquecillos de chopos y mucho praderío. Desgraciadamente, aunque por esta zona los pueblos son un poco más grandes (me refiero de100 a 200 habitantes como mucho) apenas se cultivan las tierras o se cría ganadería, pues los jóvenes han emigrado a las ciudades. En la mitad del recorrido de su cuenca los únicos vestigios románicos, que al menos yo haya sido capaz de localizar, se encuentran en Vegas del Condado, donde su torre es de clara fabrica románica(no así el resto de la iglesia) como acredita, al tirar un añadido constructivo moderno de dicha torre, la aparición de un precioso capitel historiado y de una lápida con escritura del S.XIV o anterior.
Ya el Porma va a llegar a su final , tras unos 50 Kms. de recorrido, pero no sin antes depararnos una sorpresa que, sin duda, es el mejor colofón que el viaje podría tener, pues nuestro río, dejando a un lado las románicas murallas de Mansilla de la Mulas (1181), pasa junto al grandioso monasterio de Santa María de Sandoval. Este monasterio cisterciense fue fundado por la familia Ponce de Minerva en el año de 1167 y es un clásico ejemplo de los monasterios de la orden del Cister. Nos encontramos con un ejemplar que, a pesar de las desamortizaciones, ha sufrido menos que otros de su época. Así podemos contemplar la iglesia en toda su sencilla belleza y sus sepulcros “in situ”. Las dependencias monásticas, a pesar de la reforma ocurrida en el S.XVII por causa de un incendio, aún permite ver las dos hermosas portadas y parte del claustro románico. Imperdonable no visitarlo.
Y así, con sus ondas mecidas por el eco de los viejos cantos gregorianos, el porma se entrega en brazos de otro rió también cargado de historia, el Esla, mejor conocido en otros tiempos como el Astura.
Naturalmente la simple numeración de nombres y vocabulario arquitectónico no dice casi nada, es simplemente una llamada a los curiosos que gusten de salir de las autovías para que se decidan a visitar un pequeño rincón de la Provincia de León.
Bibliografía:
“Rutas del Románico en la Provincia de León” – Cayetano Enríquez
“Las cabeceras del porma” – Matías Díez y Olegardo Rodríguez
“Catálogo Monumental de la Provincia de León”- Gómez Moreno
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