31 enero 2020

28 enero 2020

El último anticuario de León

En La Nueva Crónica, Fulgencio Fernández escribe sobre Ángel, el anticuario de Boñar:

 'Antigüedades Ángel' reza el cartel de su tienda en Boñar, pero la magia está dentro, en las piezas que acumula y, sobre todo, en las historias que te cuenta este resistente "del oficio más bello que existe" y que se lo ha sabido transmitir a su hijo.
Atravesar las puertas de Antigüedades Ángel, en Boñar, (y de su taller) es como entrar en un mundo mágico. Lo es por las piezas que allí encuentras pero es fundamental que te vaya contando la historia Ángel Sastre, ya jubilado pero incapaz de alejarse de su mundo, ahora en manos de su hijo, Ángel, cómo no.
- ¿Todos os llamáis Ángel? 
- Es una historia curiosa. Mi padre y sus hermanos iban por estos pueblos con un carro y llevaban detrás grabado un ángel, la parte superior, la cabeza y las alas, y  la gente decía «vienen los del ángel»... Y nosotros nos llamamos Ángel.
Sólo es una historia más. Ángel Sastre, nacido en 1941, puede retroceder en el tiempo de la historia familiar y todo parece un cuento, no siempre feliz, pero él le pone unas expresiones para no olvidar. «El primero que empezó en la cosa ambulante fue el abuelo, en un pueblo de Zamora muy pobre, allí hasta las moscas pasaban hambre».
Y en aquel pueblo zamorano donde ni las moscas encontraban qué comer empezó su abuelo de ‘pinche’ del Tío Lorenzo, vendedor ambulante con un carro. Él iba subido al carro y al abuelo, que era un niño, lo llevaba agarrado en la parte de atrás; contaba que se llegaba a dormir caminando. Y de ahí a otro ambulante, de nombre que a Ángel le parece griego. «Se llamaba Epímaco; éste ya tenía un Hispano Suiza de aquellos de radios y ruedas de madera. Una vez se le salió una rueda en una cuesta abajo, marchó sola y nunca más la encontraron...».
Otra historia. No cesa, de todo tipo, hasta la de la abuela Evangelina que era coja, la llevaron a la Virgen de la Vega, pasaron la noche rezando y al marchar, cuando se dio cuenta, ya caminaba sin muletas. «La fueron a esperar al tren, para llevarla a casa en el carro, y ella llegó andando ¿Sería un milagro o es que como ella tenía tanta fe, estaba tan convencida... No se, bueno hablamos de antigüedades».
Pues venga. Volvamos al abuelo, que con el tiempo también se dedicó a la venta ambulante, de telas y similares, y en sus viajes por toda la provincia llegó hasta León y la comarca de Boñar. Y ahí se quedó, también su padre, aquellos ambulantes, «Los del ángel», que recorrían «toda esta comarca y más, subían a Valdorria, a Lillo, pasaban para Asturias, hasta Cabañaquinta, Casomera y aquellos pueblos en cuesta. En aquel carro, con las cuestas píndias que decían ellos, los frenos iban chillando y cuando llegaban al pueblo ya los estaban esperando».
- ¿Qué vendían? - Un poco de todo, sobre todo las telas, que era la tradición, y las pieles, de todos los animales posibles...
Es curioso cómo las historias de estas familias tantas veces se cuenta por los vehículos que fueron utilizando. Así Ángel recuerda el salto del carro de ‘Los del ángel’ al primer vehículo, del carro al Isocarro. «Lo compramos en Lasalle, por 22.000 pesetas, con un socio que tenía mi padre que se llamaba Llamas. Cuando llegamos a Boñar venía la gente a verlo y a mí ya me gustaba ir con mi padre, que con el carro no me hacía nada de gracia». Después llegó una furgoneta, «la compramos en Castro».
Y Ángel, con 14 años, después de andar con su padre, quiso ser mecánico. «Me llamaba mucho la atención los motores, los veía funcionar y decía, yo quiero saber cómo va esto. Y estuve aquí en un taller, después me llamaban para todas partes porque se me daba bien, cada vez que había un accidente a llamar a Ángel, los domingos marchaba de Boñar porque no podía estar nunca con la novia, me salía algún chollo».
Y regresó al negocio familiar, a la furgoneta, y a las antigüedades y los relojes. «Estudié todos los oficios, por mi cuenta. Lo de mecánico me ayudé por correspondencia pero lo demás con libros y preguntando. Porque ser anticuario es muy bonito, tienes que conocer el arte para saber el valor de las obras; la historia, para saber las épocas; los estilos artísticos... es lo más bonito de este trabajo... Y andar por los pueblos».
Y la prueba de su pasión por el oficio son sus cualidades de relojero, un maestro en ese difícil arte. «Me gustaba comprar los relojes estropeados y después arreglarlos, además de que eran más baratos, todo hay que decirlo».
Ángel Sastre recorrió toda la provincia, «hasta donde podía llegar porque, por ejemplo, en La Cabrera se me acababan las carreteras, y mira que me gustaba aquella comarca, había cosas muy antiguas, de mucha historia...».
- ¿No les engañabas? - No. Aquí siempre fuimos muy serios porque en este oficio, con leyenda negra, o te ganas la fama de serio siéndolo o no hay futuro.
- ¿Y con casi 80 años no te apetece dejarlo? - No, no hay profesión más bella. He entrados a las casas de los más ricos y en las de pobres de solemnidad; he entrado en los conventos de monjas de clausura mientras al cura lo dejaban en la puerta; pero esto no lo pongas que si se entera el señor obispo.
Pero los tiempos han cambiado, su hijo —Ángel, de los del ángel— que está ahora al frente del negocio reconoce que «ya nada tiene que ver; ahora nos llaman más para vender que para comprar, incluso gente que ha heredado piezas que les habíamos vendido que ahora que se las volvamos a comprar.».
- Ya no es lo mismo, está difícil, pero si lo has mamado como yo.

13 enero 2020

En Lugán, mantenerse es el milagro


N. BRANDÓNLeón
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Lugán recibe el 2020 con una bienvenida casualidad. Y es que hasta ocho nuevos vecinos darán aire con su llegada a esta localidad leonesa, una de las que bien saben lo que significa pertenecer a la 'España despoblada'. Para Lugán, volver a ver subidas las persianas de esas casas cerradas durante años o contemplar cómo se construyen nuevos hogares en sus calles, se trata de un fenómeno inusual y un motivo para sentir, al menos, que uno de los síntomas de la despoblación es aquí menos acuciante.
Estas nuevas llegadas no responden a ninguna razón concreta, sino a un cúmulo de casualidades, según explica el presidente de la Junta Vecinal Emiliano Ruiz. «La gente que ha llegado no tiene nada que ver una con otra en cuanto a por qué han decidido trasladarse. Una pareja es jubilada, otro trabaja en Picos de Europa, otros se quedaron sin trabajo y decidieron trasladarse aquí…».
Lugán, una localidad que basaba su desarrollo en la ganadería, ahora no cuenta con más explotaciones que la del propio Emiliano y su mujer, para quien «el campo es una ruina, pero no me queda más remedio que agarrarme al ganado». Fue el cierre en 2010 tras 85 años de actividad de la conocida como fábrica 'Talcos', la industria más potente que posiblemente haya pasado por Boñar, el inicio del exilio para cientos de personas de la comarca. El mismo Emiliano perdió su empleo en esta fábrica, que no ha vuelto a ser sustituida a nivel de creación de empleo por ninguna otra. «Es una situación muy complicada. Hicieron una industria maderera que atrajo a una persona al pueblo… y es un empleo indirecto». Dicha industria se refiere a Biomasa del Norte de León S.L., que tal y como se anunció en su día, iba a contar con una inversión total de 2.342.405 euros asumidos al 15% por el Instituto del Carbón y que «se han quedado en mucho menos» y los 21 puestos «se han reducido a 8 o 9», mantiene Emiliano.
La desaparición del sector primario unido a la pérdida de servicios hace de Lugán una localidad destinada a fijarse en el aprovechamiento de los recursos rurales, que de momento se ve representado en una casa rural, el fomento del turismo activo en la zona, y, a falta de inversión privada, un bar financiado por la propia Junta Vecinal.
La radiografía de Lugán deja más ejemplos de lo que significa la 'España despoblada', y es que el pueblo cuenta con 150 enganches de agua pero el número de personas que lo habitan de manera habitual no sobrepasa las 30 . Algo que cambia al llegar el verano. Es entonces cuando los pueblos viven una casi cruel resurrección al retomar el pulso propio de las vacaciones. Un espejismo que en septiembre se diluye y vuelve a dejar la imagen habitual en Lugán.

En verano, otra realidad

El pequeño alivio que supone el desembarco de ocho habitantes más, sirve únicamente para «mantenerse», tal y como reconoce el propio Emiliano, al frente de la administración de este pueblo leonés. «No vamos a más, pero conseguimos estar estables en cuanto a población, que no es poco. En Candanero, el pueblo que está por encima de nosotros, viven dos vecinos».
Lugán es una de las localidades que conforman el municipio de Vegaquemada, que registró su punto máximo de población en 1940 con cerca de 2.100 habitantes según el Instituto Nacional de Estadística y que en los últimos datos registrados de 2018 cuenta con 437 personas. La misma fuente, confirma que Lugán consigue mantener población al nivel de otras localidades, como la propia capital del mismo nombre que el municipio, con 78 habitantes o Palazuelo de Boñar, la más poblada con 96.
Y como en otros muchos núcleos rurales, Lugán también es lugar elegido por muchos jubilados para su retiro, en algunos casos permanente, y en otros de manera estacional, que se inicia con el fin del invierno. «Aquí a partir de marzo ya vienen los jubilados, pero en esta época del año, está más flojo», explica Emiliano.
Lugán espera ese particular deshielo que dejará paso a una nueva estación con un panorama diferente, pero con la certeza de que acabará yéndose. Mientras tanto, ocho nuevos vecinos, son el preludio perfecto para que el invierno, en Lugán, sea menos largo.

03 enero 2020

Vegaquemada celebra la Navidad con una coral de villancicos


   La Nueva Crónica publicaba estos días un reportaje sobre la fiesta de Navidad celebrada en la Residencia de Vegaquemada:

   La Residencia de Mayores Nuestra Señora de La Asunción de Vegaquemada se vistió de gala el pasado jueves para celebrar la puesta en escena de una coral compuesta por una treintena de residentes, hombres y mujeres, que han ofrecido una sesión musical de más de una hora con compañeros, familiares y también vecinos locales. Todo ello gracias a Noemí Calvo, monitora de actividades de tiempo libre y también profesora de yoga, ya que durante tres días a la semana, además de talleres de manualidades, recuperación de memoria, o jugar al bingo, que es su labor diaria, también sacó tiempo para la puesta en marcha de los ensayos de la coral que durante más de un mes fue la clase que más alumnos aglutinó. Según la monitora la idea surgió gracias al interno más veterano, Antonio Alvarado, de Remolina, que con más de 107 años se pasa casi toda la jornada cantando y eso lo supo aprovechar para llevarse a más de 30 compañeros que durante muchas tardes acudían a los ensayos.
    La proximidad de las fiestas navideñas animó a la nueva coral a preparar, además de las canciones populares de León, que muchos de ellos ya conocían, y ampliar el repertorio con varios villancicos tradicionales que fueron puestos en escena durante la representación, todo ello acompañado con tan sólo una pandereta, la botella de anís y unas castañuelas, y más de una hora de actuación para terminar con 'Viva la Montaña viva',todo un ejemplo para los que pudimos disfrutarlo.
   La Residencia cuenta con casi noventa plazas, las mujeres (53) superan a los hombres (30), y cuenta con más de una treintena de empleos fijos, además de enfermera, médico, fisioterapia funcional etc. Los precios oscilan entre los 1.300 euros para los asistidos, mientras que el resto van sobre los 1.000.