13 enero 2020

En Lugán, mantenerse es el milagro


N. BRANDÓNLeón
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Lugán recibe el 2020 con una bienvenida casualidad. Y es que hasta ocho nuevos vecinos darán aire con su llegada a esta localidad leonesa, una de las que bien saben lo que significa pertenecer a la 'España despoblada'. Para Lugán, volver a ver subidas las persianas de esas casas cerradas durante años o contemplar cómo se construyen nuevos hogares en sus calles, se trata de un fenómeno inusual y un motivo para sentir, al menos, que uno de los síntomas de la despoblación es aquí menos acuciante.
Estas nuevas llegadas no responden a ninguna razón concreta, sino a un cúmulo de casualidades, según explica el presidente de la Junta Vecinal Emiliano Ruiz. «La gente que ha llegado no tiene nada que ver una con otra en cuanto a por qué han decidido trasladarse. Una pareja es jubilada, otro trabaja en Picos de Europa, otros se quedaron sin trabajo y decidieron trasladarse aquí…».
Lugán, una localidad que basaba su desarrollo en la ganadería, ahora no cuenta con más explotaciones que la del propio Emiliano y su mujer, para quien «el campo es una ruina, pero no me queda más remedio que agarrarme al ganado». Fue el cierre en 2010 tras 85 años de actividad de la conocida como fábrica 'Talcos', la industria más potente que posiblemente haya pasado por Boñar, el inicio del exilio para cientos de personas de la comarca. El mismo Emiliano perdió su empleo en esta fábrica, que no ha vuelto a ser sustituida a nivel de creación de empleo por ninguna otra. «Es una situación muy complicada. Hicieron una industria maderera que atrajo a una persona al pueblo… y es un empleo indirecto». Dicha industria se refiere a Biomasa del Norte de León S.L., que tal y como se anunció en su día, iba a contar con una inversión total de 2.342.405 euros asumidos al 15% por el Instituto del Carbón y que «se han quedado en mucho menos» y los 21 puestos «se han reducido a 8 o 9», mantiene Emiliano.
La desaparición del sector primario unido a la pérdida de servicios hace de Lugán una localidad destinada a fijarse en el aprovechamiento de los recursos rurales, que de momento se ve representado en una casa rural, el fomento del turismo activo en la zona, y, a falta de inversión privada, un bar financiado por la propia Junta Vecinal.
La radiografía de Lugán deja más ejemplos de lo que significa la 'España despoblada', y es que el pueblo cuenta con 150 enganches de agua pero el número de personas que lo habitan de manera habitual no sobrepasa las 30 . Algo que cambia al llegar el verano. Es entonces cuando los pueblos viven una casi cruel resurrección al retomar el pulso propio de las vacaciones. Un espejismo que en septiembre se diluye y vuelve a dejar la imagen habitual en Lugán.

En verano, otra realidad

El pequeño alivio que supone el desembarco de ocho habitantes más, sirve únicamente para «mantenerse», tal y como reconoce el propio Emiliano, al frente de la administración de este pueblo leonés. «No vamos a más, pero conseguimos estar estables en cuanto a población, que no es poco. En Candanero, el pueblo que está por encima de nosotros, viven dos vecinos».
Lugán es una de las localidades que conforman el municipio de Vegaquemada, que registró su punto máximo de población en 1940 con cerca de 2.100 habitantes según el Instituto Nacional de Estadística y que en los últimos datos registrados de 2018 cuenta con 437 personas. La misma fuente, confirma que Lugán consigue mantener población al nivel de otras localidades, como la propia capital del mismo nombre que el municipio, con 78 habitantes o Palazuelo de Boñar, la más poblada con 96.
Y como en otros muchos núcleos rurales, Lugán también es lugar elegido por muchos jubilados para su retiro, en algunos casos permanente, y en otros de manera estacional, que se inicia con el fin del invierno. «Aquí a partir de marzo ya vienen los jubilados, pero en esta época del año, está más flojo», explica Emiliano.
Lugán espera ese particular deshielo que dejará paso a una nueva estación con un panorama diferente, pero con la certeza de que acabará yéndose. Mientras tanto, ocho nuevos vecinos, son el preludio perfecto para que el invierno, en Lugán, sea menos largo.

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