01 abril 2021

El arboreto de Rucayo puede desaparecer

David Rubio publica en La Nueva Crónica un  reportaje sobre la tala inminente de un bosque de eucaliptos de Australia, el arboreto de Rucayo, en Valporquero de Rueda, cerca de Valsemana. Fue plantado a finales de los sesenta en un proyecto de Patrimonio Forestal, ocupa 8 hectáreas de monte y actualmente lo investiga la ULE por su valor medioambiental

Un inmenso mar de pinos cubre casi por completo la basta extensión de monte que separa la ribera del Porma de la comarca de Rueda. Cerca de la pista que hoy une el conocido como cruce de Dos Hermanas (que toma su nombre de dos hermosos ejemplares de encina que presiden el punto en el que se encuentran ocho caminos diferentes) y el entorno de Valsemana, centro cinegético donde la Junta desarrolla diferentes proyectos medioambientales, se encuentra un lugar fascinante, desconocido para muchos de los habitantes de la zona y que, en cambio, transporta al visitante a otro continente. El medio del monocultivo de pinos, aparece una amplia extensión de ocho hectáreas con cerca de una docena de distintas especies de exóticos eucaliptos. La atmósfera que crean estos inmensos árboles es más propia de paisajes lejanos, hasta el punto de que parece que en cualquier momento va a aparecer un coala saltando por sus ramas.
Los eucaliptos del que se conoce como Arboreto de Rucayo, por el nombre del paraje, no tienen nada que ver con los ejemplares que se pueden ver en Galicia, Asturias u otras zonas de costa. Se trata de especies traídas desde Nueva Gales del Sur (Australia) y Tasmania, que costaron 80.709 pesetas de la época (10.088 por cada hectárea) y fueron plantados allí hace más de medio siglo, a finales de la década de los sesenta, dentro de un ensayo promovido por Patrimonio Forestal del Estado que consistía en la plantación de estas exóticas especies en dos puntos de la península: Huelva, donde hoy es visitable el bosque y se ha convertido en un recurso turístico, para comprobar su comportamiento en un clima cálido; y León, donde se eligió este terreno situado en el monte de Valporquero de Rueda, hoy perteneciente al Ayuntamiento de La Ercina, para completar el ensayo con un clima frío.
Los eucaliptos resultan tan llamativos en esa zona que la Universidad de León ya desarrolla un proyecto de investigación para detallar la riqueza medioambiental de las diferentes especies que componen este singular bosque, que se abre en medio de los pinares con la elegancia de unos árboles que se han adaptado perfectamente al terreno y al clima, que han permitido que siga creciendo la vegetación propia de la zona (lo que descarta que se puedan considerar especies invasoras) y que vienen a completar, más de 50 años después de su plantación, una apuesta por la diversidad que ahora tantos titulares ocupa al haberse convertido en prioritaria para las administraciones.
A pesar de la singularidad del bosque de eucaliptos, a pesar de la belleza del paraje y del buen estado que presentan la mayoría de sus ejemplares, la fabricación de pelets amenaza su supervivencia. La junta vecinal de Valporquero de Rueda, propietaria de los terrenos, ha adjudicado su tala inminente, como ocurre en otras parcelas que se reparten por la zona y que están ocupadas por pinos, especie que tampoco es precisamente autóctona.
El arboreto de Rucayo llegó a contar incluso con una estación meteorológica para el estudio de las condiciones climatológicas, ocupa ocho hectáreas distribuidas en ocho parcelas de 100 x 100 metros, separadas entre sí por pasillos o cortafueros de 15 metros que fueron realizados con pala bull-dozer. El primer ensayo se realizó con 10 especies procedentes de los viveros de Lourizán (Pontevedra) y Grimaldo (Cáceres), y varias de aquellas especies fueron un fracaso que se subsanó con la introducción de cuatro nuevas especies en cuatro de aquellas parcelas.
En cambio, el arboreto de Rucayo, que bien podría llegar a convertirse en un recurso turístico que además potenciaría los valores de la necesaria defensa del medio ambiente, puede tener los días contados.

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