La mina de talco de Puebla de Lillo y las plantas de transformación de Boñar y La Vega abandonan totalmente la actividad, cerrando un capítulo de actividad industrial que ha marcado la vida de la comarca. Justo con el inicio del año los 38 trabajadores de la multinacional Rio Tinto Minerals en León (entre ellos su equipo directivo) verán cómo sus contratos se extinguen, la empresa salda sus cuentas con las correspondientes indemnizaciones y una actividad más de la provincia desaparece definitivamente.
No sólo se cierra una mina más, aunque en este caso no sea de carbón, sino que se clausura la única industria de Boñar y su comarca si exceptuamos la estacional «industria» del esquí.
No sólo se cierra una mina más, aunque en este caso no sea de carbón, sino que se clausura la única industria de Boñar y su comarca si exceptuamos la estacional «industria» del esquí.
La mina de talco que ahora cierra sus puertas inició su actividad empresarial en 1925, con capital íntegramente local y bajo la denominación de Sociedad Española de Talcos. La primera explotación fue de interior, la Mina San Andrés, que en pocos años se convirtió en la principal actividad industrial de la zona.
Fue a principios de los años 90, con la llegada de la multinacional francesa Luzenac, cuando se lleva a cabo un fuerte proceso de inversión para sanear la compañía y hacerla más competitiva, fundamentalmente a través de la modernización de la planta de Boñar. En 1992 la empresa anunció el cierre de la mina de interior, y centralizó su actividad en la explotación a cielo abierto de Respina, que había iniciado su producción en 1975. El cierre afectó entonces a 17 trabajadores, y se justificó en la falta de rentabilidad del talco extraído del pozo, que además tenía gran cantidad de impurezas.
De la explotación de interior se extraían entonces 9.000 toneladas de talco al año, frente a las 30.000 toneladas que ya entonces daba la mina a cielo abierto. En la actualidad la producción anual de Respina se situaba en 50.000 toneladas de mineral cristalino de gran pureza, que se destina sobre todo a los mercados de cerámicas, pinturas y cosméticos de España y Portugal. El expediente de extinción de empleo explica que las razones por las que se cierra la explotación se basan por un lado en el agotamiento de talco de Respina y por otro en la caída de las ventas.
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