Aprovechando que este primer fin de semana de junio hemos fotografiado a una cigüeña en el campanario de la iglesia, reproducimos el comentario que aparece en el blog de La Mata de Curueño.
De porte majestuoso y gran longitud, la cigüeña blanca es uno de los animales más característicos de la primavera. Ave de buen agüero, anunciadora de buenas nuevas y símbolo del nacimiento de los hijos, su plumaje blanco, que contrasta con alguna pincelada negra y el rojo de sus largas patas y pico, le da un aspecto típico e inconfundible. Puede llegar a medir más de un metro, y su peso oscila entre los tres y los cuatro kilos. Se alimenta de insectos, reptiles y anfibios y acostumbra a instalar sus nidos en los tejados de las casas y sobre árboles. Generalmente las cigüeñas crían por primera vez a la edad de cinco años y, algunas, aún se reproducen a la edad de veinte años. Es un ave sociable que no teme la proximidad del hombre.
Las mayores concentraciones de cigueñas del occidente europeo se registran en las tierras que cruza la Vía de la Plata, desde las provincia de Badajoz a León. La cigueña es un ave en expansión, que ha pasado momentos difíciles. De hecho, en La Mata hace pocos años que disfrutamos de su compañía, pues no subían tan al norte y anidaban en tierras leonesas más al sur.
En España se contabilizaban en 1948 (fecha del primer censo), 14.513 parejas, nivel que decayó sucesivamente, hasta situar a la especie "en peligro de extinción". En 1957 se registraron 12.071 parejas, y en 1984 sólo quedaban 6.753. Pero desde entonces, gracias a las medidas proteccionistas, se ha invertido la tendencia y el censo de 1994 evaluó en 17.000 el número de parejas de cigüeñas blancas en nuestro país, localizándose la mayor parte de ellas en las comunidades de Extremadura (7.508), Castilla y León (5.197), Andalucía (1.551) y Castilla-La Mancha (1.005).
Tradicionalmente, las cigüeñas de Europa occidental atraviesan España, donde se unen a las españolas para viajar por Marruecos, Argelia, Tibesti y el Chad, hasta llegar al cinturón estepario de Sahel, zona que limita con Senegal, Malí, el Chad y Nigeria. Pero estas costumbres están cambiando.
Aunque el refrán popular dice que "Por San Blas la cigüeña verás y sino la vieres, año de nieves y si la vieres, año de bienes" los cambios de hábitos de las cigüeñas hacen que algunas invernen en España, evitando un viaje cada vez más duro, en el que pueden morir tanto por caza como por los campos eólicos y alimentándose de los desechos de la basura, resisten todo el año en España.
En Lugán se suele ver a las cigüeñas pasando las horas calurosas del día o durante la noche descansando sobre una sola pata, con la cabeza recogida sobre el dorso y el pico cubierto por las largas plumas del cuello. Para alzar el vuelo, en terrenos llanos, la cigüeña efectúa un par de saltos y despliega sus alas siempre en dirección contraria al viento. Si, además, predominan corrientes de aire ascendente, la cigüeña sabe aprovecharlas para remontar hacia las nubes y disfrutar de un vuelo de gran altura. Y, antes de aterrizar, la cigüeña gira algunas veces sobre el punto de aterrizaje.
La mejor época para observar el vuelo de las cigüeñas se inicia en la primera quincena de febrero y alcanza hasta finales de verano, momento en el cual empiezan a planificar la nueva migración. Para ello, se reúnen en las praderas, desde donde se alzan en círculos cada vez más altos, aunque, por la noche, vuelven a sus nidos. Con los primeros síntomas del invierno se marcharán definitivamente en bandadas fáciles de ver durante el día, a gran altura, aunque sin mantener ningún orden determinado. De todas las que parten desde la península, las nacidas en el verano, no volverán en la siguiente primavera, pues suelen pasar su segundo verano todavía en Africa.
Nido de cigüeñas enfrente de la iglesia, al otro lado del río Porma
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