04 febrero 2018

La piedra sagrada de la iglesia de Candanedo

Idolo de la edad de Bronce (4.000 años de antiguedad)
Diario de León publica un artículo donde el investigador David Gustavo López cree que en la Edad Media incrustaron en el templo románico de Candanedo de Boñar una piedra sagrada de hace 4.000 años y que, por tanto, una de las piedras de la iglesia de la localidad de Candanedo de Boñar, de apenas una veintena de habitantes, podría ser en realidad un ídolo de la Edad del Bronce. Sin duda, es una losa rara y diferente.
Su aspecto recuerda a otras estelas sagradas de la prehistoria halladas en León, como el ídolo de Rodicol, el de Noceda del Bierzo o el de Tabuyo, pero sobre todo al de Peñalavieja (Cantabria). Y, como algunos de ellos, fue reutilizado en algún momento —en este caso, en el siglo XI— como material de construcción.
Ha sido el investigador David Gustavo López García quien ha reparado en esta extraña piedra, incrustada en un lugar discreto de la fachada sur de la iglesia románica, que es de distinta forma (elíptico-trapezoidal ), mayor tamaño y color que las del resto del muro.
«Alguien en la Edad Media, conocedor de que la extraña piedra todavía era motivo de culto para algunos nativos, no dudó en hacer una operación que aún era frecuente: incorporarla al templo cristiano, en un lugar disimulado pero visible, aunque, eso sí, por el exterior», sostiene López. El ídolo mide aproximadamente 36 centímetros de alto por 31 de ancho.
Tiene grabados siete surcos paralelos y equidistantes que dividen la elipse, donde hay calles que encierran trazos que recuerdan a la letra ‘n’; en la parte baja de la piedra hay un hoyo o cazoleta.

Ídolo bocabajo. El hecho de que esté empotrada hace imposible averiguar si también otras caras de esta losa estarían decorados, aunque, si es como los aparecidos en otras zonas de León, Cantabria, Galicia o Asturias, «parece improbable», según Gustavo López.
Este estudioso de todo lo leonés publica las conclusiones de su investigación en el próximo número de la revista de la asociación Promonumenta, que se presenta el lunes.
En su opinión, el ídolo de la iglesia de Candanedo de Boñar se colocó bocabajo. En la posición correcta el hoyo representaría, al igual que en los ídolos de Tabuyo o Rodicol, el ‘ojo u ojos del dios’ o, como apuntan otros expertos, los ‘ojos de la diosa’.
López García sabe que es prácticamente imposible aventurar el universo que se esconde tras objetos de hace 4.000 años; sin embargo, considera que podría encajar en la hipótesis del experto en Paleolítico Alexander Marshack, quien interpreta que los símbolos en zigzag, triángulos y uves podrían ser representaciones del agua, el cielo, la tierra y el tiempo y que evocarían a los ciclos de la naturaleza o las estaciones.
A la derecha de la fachada sur de la iglesia de Candanedo se ve el posible idolo incrustado
Al dios Júpiter. Este apasionado de la historia se atreve a ir un paso más allá y pone «un poco de fantasía» a la historia de la piedra rara de Candanedo de Boñar, localidad del municipio de Vegaquemada. Recurre a la toponimia. Así, se pregunta si el ídolo de la Edad del Bronce de la iglesia de Candanedo podría aludir al dios que siglos después los astures llamaron Candamo, del que hay numerosas referencias en León, la Candamia, que es un lugar luminoso por donde sale el sol. Candamo sería el equivalente al Júpiter romano.


Piedras con leyenda. No es la primera vez que David Gustavo López, ingeniero aeronáutico de profesión, se topa con ídolos prehistóricos. «Siempre que visito cualquier ermita o iglesia de la provincia me fijo en los detalles y he encontrado cosas muy curiosas», cuenta. Recuerda que el motivo de la devoción en muchas iglesias es en ocasiones más antiguo que el edificio y que esas devociones proceden de cultos paganos.
Explica que en la ermita de Matallana de Valmadrigal encontró un ídolo del mismo tipo, aunque de mayor tamaño, que el de Candanedo de Boñar. Se trata de un ‘bolo’ con una cazoleta profunda. Una piedra prehistórica que tiene asociada una curiosa leyenda. «La ermita está dedica a san Cristóbal porque en el lugar encontraron una imagen enterrada del santo que no podían mover. Para el trabajo emplearon un buey, que, de tanto esfuerzo, reventó, y su estómago quedó petrificado». Ese estómago, que López no tiene duda de que se trata de un ídolo prehistórico, tampoco está catalogado dentro del inventario arqueológico de la provincia.

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