19 abril 2010

Municipio de Vegaquemada

En la Web de la Mancomunidad del Curueño aparece esta información sobre nuestro municipio:

Si desde el vecino municipio de La Vecilla partimos hacia el este, ascendiendo el repecho del pueblo de Otero, y desde allí tomamos el camino de La Lomba, subiremos por un boscaje de robles, urces, piornos y matojos, hasta dar vista a una amplia depresión, por donde corre el Porma.

La luz abre su ángulo hacia la infinitud de la llanura, el dibujo del Porma se flanquea de choperas y praderías de varios cortes. Los tejados de los pequeños núcleos que humanizan este paisaje verdemar configuran un espacio suave, íntimo, en que los pueblos parecen ser como peones de un gran tablero, partes indivisibles de un espacio total.

Entre los 29 pueblos avistados, ocho son propios del municipio: La Mata de la Riba, Palazuelo, La Losilla, San Adrián, La Devesa, Llamera, Vegaquemada y Candanedo. El pueblo más al sur, que es Lugán, ocupa una península dentro del término, y, aunque no es visible desde La Lomba de Otero, su silueta se adivina por el humo de sus chimeneas, en cuanto vamos al otoño.

Son 73,0 km2 de superficie, que representan un 15% del territorio de La Mancomunidad. (Límites reducidos, si se comparan con los 175,0 km2 de Puebla de Lillo o los 160,0 de Boñar, aguas arriba, pero capaces de contener todo un microcosmos geológico, de historia y de belleza).

Los accesos son a través de la ruta transversal C-626: La Robla, Boñar, Cistierna, y por la vertical P-1, que sigue el curso del río Porma, desde Puente Villarente a San Isidro.


Algunas precisiones sobre La Hoya de Boñar

El enclave sobre el que se ubica el municipio de Vegaquemada (a excepción del pueblo de Lugán) corresponde a un espacio que en el paleozoico estuvo sumergido hasta una altura que superaba el valle de Colle, con dirección este-noroeste y salida hacia La Vecilla. Algún movimiento glaciar originó una brecha al sur de Candanedo, desviándose la inclinación en esta dirección y produciéndose el vaciado de la Hoya y su posterior desecación.

Durante el neolítico el hombre se hace sedentario, deja de utilizar las cavernas y empieza a domesticar animales. De esta época persisten en la zona restos de hábitats humanos, junto a fuentes de aguas termales. Uno al norte de Boñar, otro en el castro de San Adrián.

El aumento de la población y el descubrimiento de la agricultura propician el abandono de caza y pesca. Sobran bosques y falta terreno cultivable: Es el momento de quemar el fondo de La Hoya, para conseguir tierras de labor.

Nace entonces "La Vega Quemada", no como topónimo de pueblo, sino de todo el enclave que circunda al río. Pequeñas comunidades humanas fueron poblando desde entonces el fondo de este terreno deforestado, del que su capital o pueblo más importante adoptó como propio el nombre del todo.

Desconocemos el momento de estos asentamientos, aunque es anterior a la romanización. Las raíces toponímicas ´Veiga´=vega, y ´Cremata´=quemada, son prerromanas. Si hubieran sido propias de la romanización, adoptarían el prefijo de ´Bustum´, como ocurre reiteradamente en la zona montañosa de La Mancomunidad. (Del verbo ´burere´=quemar, para conseguir pastos).
Ya hemos mencionado en otros municipios la abundancia de topónimos con esta raíz latina, que certifican esta sistemática, y lamentable, quema de bosques.

Pero aún debemos aportar otro dato, con categoría de poético: En documentos medievales que la falta de espacio nos impide desarrollar, se da a La Hoya de Boñar el nombre de Vega ´Gamar´. Se trata de un nombre árabe que significa blanquecino o ceniciento, (propio de los terrenos calcinados) , pero aplicado a la luna llena, y también (por la ausencia de vocales propia de este idioma) a paisajes de total plenitud, exuberantes o floridos.
Este duende de la toponimia convertiría, así, la Vega Quemada en Vega Florida, que es la impresión resultante de ver el paisaje después de haber pasado tantos siglos del primitivo incendio devastador.

Población. Río y afluentes

El municipio de Vegaquemada ocupa, pues, la ribera media del río Porma, aguas abajo de Boñar. El río articula y da belleza a todos sus contornos, con un caudal más abundante que sus vecinos Curueño y Torío, y sobre todo más constante, a consecuencia de la presa construida a la altura de Vegamián.

En el término del municipio el Porma recibe otros abrazos de agua: Son los regueros de Carbajosa, Valmayor, Juncosa y Hontoria, que se deslizan por suaves laderas del mismo nombre, dando riqueza al verde.

Resulta sintomática la evolución del poblamiento de este municipio, típicamente ribereño, que desmonta la teoría de que solo la montaña sufre el grave problema de la despoblación: Si tomamos el censo de los últimos cien años vemos el resultado:

Censo del año 1.900: 1.696 habitantes
Censo del año 1.950: 2.157 habitantes
Censo del año 2.000: 600 habitantes

(En solo cincuenta años, el municipio ha perdido el 72% de su población. Es una triste estadística, compartida con el resto de La Mancomunidad. Es, en realidad, un aldabonazo en la conciencia de los poderes públicos, que han propiciado un tipo de desarrollo antinatural de concentración en ciudades y núcleos industriales, con abandono indiscriminado de las zonas rurales del país.
Es, si se quiere, un epílogo de la reciente obra de José Saramago "La caverna", en que se denuncia esta falta de sensibilidad y de respeto a las culturas milenarias).

Un apresurado paseo por la historia

El municipio de Vegaquemada tiene perfectamente estudiado su pasado, por medio de dos libros referenciales para el territorio: "Vegaquemada. Mil años en la historia de un pueblo pequeño", de Laurentino-César López, e "Historia de Lugán en los cuatro últimos siglos", de Francisco Fuertes Pérez.
Además, el archivo municipal de Vegaquemada ha sido inventariado, ordenado y clasificado por Taurino Burón, cuyo esquema puede consultarse en la Revista "Tierras de León", núm. 97/98, del año 1.995.
Bueno será remitir a estos trabajos a las personas interesadas en conocer el desarrollo histórico del Concejo, y así lo recomendamos expresamente.

Diríamos, en esquema, que el territorio entra en la historia (entendida como la época que cuenta ya con documentos escritos) gracias a un noble y prestigioso personaje que gobernaba la zona en nombre del rey de León, en el lejano siglo X. Se trata del conde Guisvado de Boñar, de la familia Braóliz, que en el año 920 fundó con su mujer Leuvina, el monasterio de San Adrián de Caldas, aprovechando la fuente termal existente en la zona. Poco más tarde consiguieron que el rey de León, Alfonso IV, celebrase aquí un Concilio, con sus obispos, abades y magnates, y lo convirtiese en lugar de retiro de la nobleza.

A partir de este momento son muy frecuentes las referencias documentales a la zona, y así podemos reconstruir el rastro de sus vicisitudes jurisdiccionales, que son muy complejas. He aquí un esquema apresurado:

- Zona de realengo, bajo la tutela de la familia Braóliz, condes de Boñar.
- Cesión real a la Orden del Temple.
- El señorío de Vegaquemada ( Con Villaverde y Ceiramedo ) pasó al Abad de Eslonza, tras la disolución de la Orden del Temple ( 1.312 ).
- El Abad de Eslonza lo cambia a la familia de los Quiñones, a inicios del s. XV .
- Pasa a la familia de Los Guzmanes
, por dote matrimonial, a mitad del siglo XV,
perteneciendo desde entonces a la familia de Los Guzmanes de Toral, hasta que la reina
Isabel II suprimió los señoríos, en el año 1.837.

De la etapa del señorío de los Guzmanes de Toral data la creación de la Merindad de Vegaquemada, que además de este pueblo aglutinó a Palazuelo, Candanedo y los desaparecidos Villaverde y Ceiramedo. La Merindad tuvo a las afueras de Vegaquemada, en el ´Alto del Cristo´ una pequeña Ermita, para que los condenados hicieran "capilla". En el casco del pueblo se levantó la Casa de Juntas de La Merindad, historia en piedra que aún conserva la estampa de la fotografía que certifica su resistencia al paso del tiempo.
La Merindad perdió su capacidad ejecutiva y judicial, al ser absorbida por la Jurisdicción Civil de Boñar, en el siglo XVII. Duró, pues, un siglo y medio.

Formación y pujanza del municipio actual

Cuando el 1 de enero de 1.837 se configuraron los modernos Ayuntamientos, Vegaquemada lo fue con el número 27 de la provincia de León, y acogió a los pueblos al sur del Valle de Boñar, que comprende la mayor parte de La Hoya:

La Devesa. Llamera. La Mata de la Riba: Pueblos de realengo, que nunca estuvieron sujetos a señoríos civiles ni eclesiásticos.
Candanedo. Palazuelo. Vegaquemada: Pueblos del señorío de Los Guzmanes, de la Jurisdicción Civil de Boñar.
La Losilla. San Adrián: Pueblos del señorío eclesiástico del Monasterio de San Pedro de Eslonza.
Lugán: Pueblo de jurisdicción propia, comprada al rey Felipe II, en 1.583.
A estos nueve núcleos de población que actualmente forman el municipio hay que añadir, como prueba fehaciente de la riqueza del terreno, de su belleza y atractivo, un número realmente amplio de despoblados, de los que hay noticia documental a lo largo de los siglos:
Ceiramedo.- Topónimo actual de ´Zalamedo´, cercano a Santa Colomba.
Coladiella.- Cerca de La Mata de la Riba.
Fompanera.- Al norte de Candanedo, en la margen derecha del río.
Jilván .- Al sur de Candanedo
La Velilla .- Pequeño caserío, cercano al Porma
Villaverde .- Al sur de Lugán.
La pujanza que una historia tan rica dió al territorio desde épocas remotas se observa reflejada en una serie impresionante de restos del románico y gótico leonés, en ermitas, iglesias, tallas y documentos de gran valor histórico y estético. Son bases indiscutibles para fundamentar un resurgir turístico, cultural y económico de la comarca.

Los equipamientos, los edificios referenciales, las propuestas de ocio y de turismo activo, los proyectos y sueños de este privilegiado territorio serán objeto de un demorado análisis en los capítulos correspondientes de esta página Web.
Pero conscientes de que la realidad es huidiza, imposible de concentrar en unas lineas o en las fotografías impecablemente hermosas de nuestros fotógrafos, recomendamos una visita demorada, respetuosa hacia el pasado, atenta al porvenir. Una inmersión en la belleza de esta nueva "Vega Florida".
Realidad que el empeño de sus habitantes ha convertido ya en presente.

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